jueves, 14 de mayo de 2015

La Carta de Chinolo... por: Jorge Valera


Lunes, 11 de mayo de 2015


Chinolo, Mayo 2015...


 
"Si algunos de ustedes la han visto, díganle que Chinolo la espera".

Así escribía el gran maestro Chinolo, en una de sus cartas... 
Hombre acostumbrado a sacrificar lo que fuera, incluso sus mejores caballos por su Dama, su amor por ella era tanto que se dice; que una vez cambió dos de sus peones por dos hermosas doncellas en una de sus partidas contra reloj. Ese era Chinolo, el Jugador Amante del Ajedrez.

Juego que le enseñó su amada en sus años de adolescencias, cuando pasaban largas horas tratando de enamorarse con el primer peón que coronara, luego ella le enseñó cómo se debía tratar una dama después de ser coronada, también le enseñó el recorrido de la torre, las diagonales de los alfiles, el  enroque corto, que después se hizo largo con el tiempo, esperando en su ausencia,  cuando ella se fue de vacaciones por el tablero sin avisarle...Chinolo la esperaba con ansias, se quedaba dormido junto a la ventana, solo el frío le despertaba para llevarlo a la cama, le lloraba a la luna que se la trajera de vuelta, porque sin ella, él no era nada. Todo lo que sabía, se lo debía a ella, Solo una foto lo consolaba. Pero no era suficiente, nada tenía sentido en su vida, faltaba ella.

Jugaba de vez en cuando para recordarla y mantenerse en calma, pero no era lo mismo, jugar sin ella, le mataba, sentía un vacío que solo ella le llenaba.
 Una vez chinolo la trajo a uno de esos torneos que se hacían en las ferias de mayo, y ganó todas las partidas, con ella sentada siempre a su lado, sus adversarios deslumbrados por tanta belleza, caían uno a uno ante la musa de el gran Chinolo, nunca se imaginaron que ella era la musa de sus ensueños, el secreto de la maestría de chinolo, cuando la batalla se apretaba, ella le sobaba la espalda, o simplemente le daba un bello en la barbilla, como diciendo: El amor todo lo puede y todo lo soporta. Chinolo hacía lo imposible y Sacrificaba tiempo y piezas por la victoria de su amada. Nunca la dejaba sola, salvo cuando se fue de vacaciones sin avisarle al gran chinolo, que despertó como loco, buscando a su amada. 
Es por eso que escribía en una de sus cartas: Si alguno de ustedes la han visto, díganle que chinolo la espera...

Algunos dicen que lo han visto jugando ajedrez los domingos por la tarde en compañía de Macario y otros amigos de su época...

 

lunes, 11 de mayo de 2015

Mi ultima gran jugada... (Rafael Cariño)






Mi última gran jugada

 Hay demasiadas cosas que no recuerdo, a pesar de intentarlo una y otra, y otra vez.
He llegado a ignorar mi vida y mi nombre. Otras cosas, sin embargo, las recuerdo muy bien.

 A chinolo lo conocí en los noventa cuando él era un niño aún. Creo que fue los primeros días de febrero. Es lo que puedo recordar...
¡lo siento, olvido muchas cosas!

 Le decían chinolo porque una vez intentó con éxito las jugadas del maestro ruso Mikhail Chigorín. Antes de comenzar la partida dijo: voy a jugar como lo hacía chinolo. A partir de ese momento, y en medio de la ocurrencia, todos lo conocieron por chinolo el ajedrecista. Simplemente, es un rival muy fuerte. Quizás en otras épocas pudo haber librado batallas épicas con los titanes de las dos k. Lo cierto que con los años, comenzó a jugar con la ofensiva de las certeras y mortales saetas de artemisa y su defensa era indestructible como los muros de Ilión. Fue ganando fama y respeto. Participó en torneos internacionales y llegó a ganar algunos de ellos. En los que no llegó a ganar, al menos estuvo disputando la final. Pero su batalla más importante la libró cuando era un niño. Recibió su ajedrez de bolsillo cuando cumplió nueve. Acababa de terminar su gran partida, la que le cambió la vida para siempre, en la segunda ronda se enfrentó a la leyenda que había admirado durante su corta vida, había oído hablar del maestro invencible que todos llamaban "El rey asesino".
  Para chinolo el rey asesino era más que una leyenda viviente, era su ídolo. De pronto, verse allí frente a aquel hombre de edad avanzada, cuyas jugadas magistrales le dieron el merecido pseudónimo, era una especie de sueño hecho realidad. El rey asesino estaba viviendo el ocaso de su carrera, incluso había perdido gran parte de sus habilidades del pensamiento; cosa que lo llevó a la decadencia de su nivel ajedrecístico.  Pero allí estaba chinolo... nada más y nada menos que frente al rey asesino.  El rey comenzó modestamente con su acostumbrado movimiento del peón de dama a dos pasos... chinolo lo pensó muy bien, repasó en su mente todas las posibles respuestas que podía tener frente a esta jugada y frente a este maestro que una vez fue el mejor... jugó... y no sólo eso... "ganó".
  Fue el rey asesino quien le obsequiara aquel juego de bolsillo, después de eso su vida nunca más fue la misma.  Dormía con el ajedrez, soñaba con el ajedrez.  De las 24 horas del día, hablaba 64 de puro ajedrez.  Comía ajedrez y hasta defecaba ajedrez; no en sentido literal, claro está, pero el retrete era un buen momento y un buen lugar para reflexionar sobre sus cagadas en el ajedrez.
   Se volvió después de eso en el rival tan fuerte que hoy conocemos. Algunos más osados llegaron a pensar que en secreto comenzó a leer el libro mítico del maestro caído. Aquel libro que nunca existió pero que era la única explicación lógica que tenían para justificar que ese niño de nueve años fue convirtiéndose en el chinolo de hoy.

  Pero la verdad sea dicha, todo gran maestro tiene una última gran jugada, una que supera todas las anteriores.  Quizás aquel mito de que el maestro dejara un libro, explicando sus mejores partidas, quedará para siempre en la imaginación de cada jugador de este deporte, eso jamás será comprobado.  Pero de lo que si tenemos certeza es que al regalarle aquel pequeño ajedrez imantado a ese niño, dejaba todo un legado que perdurará por mucho. Pocos serán los que entiendan este sacrificio como última jugada maestra que le propinó el jaque mate a la vida misma.

  Como dije al principio, hay muchísimas cosas que no recuerdo, a veces olvido hasta mi propio nombre, es natural porque soy un anciano en sus días finales.  Sólo puedo recordar que hace muchos años en el segundo día de febrero (ahora recuerdo ese detalle) me senté a jugar frente a un niño, estreché su mano y le hice un regalo... Luego de eso seguí mi camino.


domingo, 3 de mayo de 2015

Wolfgang Unzicker – Robert Fischer


Wolfgang Unzicker – Robert Fischer
Defensa Siciliana [B98], Sesquicentenario Buenos Aires (11), 07.07.1960


1.e4 c5 2.Cf3 d6 3.d4 cxd4 4.Cxd4 Cf6 5.Cc3 a6 6.Ag5 e6 7.f4 Ae7 [7...Db6 era la otra continuación preferida de Fischer.] 8.Df3 Dc7 9.0–0–0 0–0 [Fischer se aleja de la movida que utilizaba casi en exclusividad, 9...Cbd7 sin definir todavía la colocación del rey.] 10.Ad3 Cc6 11.Cxc6 bxc6 12.Dg3 

Tablero


[Esta es la posición en que Fischer tocó el peón h para jugar 12...h6, lo explicó así en el número de Julio-Agosto de 1963 de Chess Life  “Espero que ninguno de mis lectores hagan la jugada que hice en respuesta [a 12.Dg3]: 12...h5 Toqué el peón para jugar ...h6 y me di cuenta, justo a tiempo, de que las blancas puede jugar Axh6. Por lo que tuve que jugar la jugada sin sentido ...h5, que debilita mi ala rey y posteriormente perdí…”. ] 12...h5?? [“Contra 12.Dg3 de Unzicker la réplica correcta es 12...e5, con mejor juego para las negras. Si 13.fxe5 dxe5 14.Ac4 Ch5 15.Dh4 Axg5+ 16.Dxg5 Cf4 las negras están mejor”, añade Fischer.] 13.e5 [La debilidad de su monarca hace que la posición negra sea insostenible.] 13...dxe5 14.fxe5 Cg4 15.Axe7 Dxe7 16.Ce4 [Con idea de 17.h3 Ch6 18.Cf6+.] 16...Dc7?! [Resistía más 16...Rh8, a lo que seguiría  17.Ae2.] 17.h3 Cxe5 [17...Ch6 18.Dg5.] 18.Cf6+ Rh8 19.Dg5 Cxd3+ 20.Txd3 gxf6 21.Dxh5+ Rg7 22.Dg4+ Ante 22...Rh7 23.Dh4+ Rg8 24.Tg3+. 1–0