martes, 19 de febrero de 2013

El día que el Alfil se enamoro de la Dama por Marcos Hernández

El día que el Alfil se enamoro de la Dama
Lo que he de contarles hoy, es mejor que entre nosotros quede. A nadie le han de contar, y mucho menos al rey.
Desde muy joven se enamoro de ella, la observaba en silencio desde su casilla c de origen. Allí estaba el alfil pecador, cuyo delito fue enamorarse perdidamente de la dama, como no enamorarse de ella si era tan bella, tan radiante y única.
Tanta suerte y tanta condena vivir en la casilla justo a lado de ella, tan cercana pero ajena, cada partida una tortura, el solo era el alfil, y ella la dama que acompaña al monarca.
Los dioses no lo hicieron para amar, lo hicieron guerrero le hicieron pareja pero ubicada al extremo opuesto del tablero y en diagonales distintas, distintos caminos, es la única pieza en el tablero que no se conecta con su pareja.
Desde su casilla observaba a la dama, admiraba su perfil tan perfecto, deseándola con tanta fuerza y con ganas, desgarrándose, desangrándose.
“Déjame tenerte aunque sea en un solo respiro y llevarte en mi pecho aunque me quede sin alma”
“Quizás el mejor gambito a la Dama sea un poema, y su mejor defensa es ofrecerte una flor”
Ven a danzar conmigo sobre el tablero, bailemos un vals, hagamos la partida perfecta y caminemos juntos bajo la lluvia.




Y el alfil realiza su danza perfecta para regresar la dama al tablero…

                                                                                      Autor:Marcos Hernández.

1 comentario:

  1. Muy original, le das una perspectiva muy curiosa al cuento del alfil. buen trabajos Marcos. Saludos!!

    ResponderEliminar