El Osoblack que Jugaba ajedrez…
¡Como han
envejecido mis partidas de ajedrez y yo sigo siendo el mismo muchacho violento
de siempre! ¿Puedes ver cómo han envejecido? Por su pelaje no se nota su vejez,
aún no han sido refutadas, recuerdo que aprendí a jugarlo antes de que naciera
el trueno, vi mover las piezas y comencé a repetir sus movimientos con el
susurro del viento, la lluvia. “Todos los diagramas ya existen en mi memoria”.
En la hibernación aprendí grandes cosas
después de mi encuentro con la Diosa del juego, ella me mostró los secretos de
la combinación, la táctica, el juego psicológico y volví convertido en una gran bestia del tablero
(Osoblack), mitad hombre, mitad Frontino, yo invente en el juego la violencia,
muchos de mis oponentes juzgaron estar ganados y ese era el más grande de sus
errores, murmuraban confundidos que mis victorias solo eran golpes de suerte,
en el bosque de cuadrados blancos y negros no existe el azar, pero si la fantasía
y yo soy un gran oso que mueve piezas de ajedrez. Los diagramas que mis rivales consideraban complicados, eran
mi fortaleza, la trampa, la celada, el factor psicológico, mi semblante, mi
mirada los paralizaba, solo bastaba sentarme frente a sus piezas para que se
sintieran diminutos, conseguía llevarlos a mi terreno de juego, en la batalla
de los ejércitos, comenzaban a sentir confianza, se distraían con
facilidad con ligeros movimientos de la
dama que coquetea sobre el tablero. ¡Pum
pack puñetazo brusco contra la mesa! error fingido ¡Coño me equivoque! me levantaba,
nada mejor que ver como mi sombra arropa al diminuto sujeto que sonríe antes de
cometer su error… se la comió… volvía a sentarme y el remate era elegante, la
sonrisa victoriosa pasaba de un rostro a otro…
Una tarde
después de perder varias partidas con él, me senté a escribir su historia, esa
tarde también me contó de sus encuentros con una diosa en el bosque de
cuadrados blancos y negros, ella se aparecía en sus sueños, siempre a la hora en
que la noche se vuelve más oscura;
Gracias por visitarme le decía y permanecían abrazados largo rato, “quédate y
no te vayas”_ “Sí me quedo, no despertaras y tampoco volverás a jugar al
ajedrez”_ “ No me importa” …
Después de
aquella tarde no volví a ver al mismo muchacho violento de siempre… solo sus
partidas envejecidas que aún no han sido refutadas…
Dedicado a mi amigo José Perez Ajedrecista Yaracuyano...
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