Narrativa para la enseñanza del ajedrez
Había una vez un reino llamado Ajedrez, no era un reino muy grande, ni tampoco muy pequeño, pero si tenía el espacio suficiente para que en el pudieran vivir dos familias ( la familias de las blancas y la familias de las negras) las piezas claras siempre vestían de blanco impecable y las piezas oscuras vestían elegantemente de negro. La hermosa ciudad del ajedrez tenia forma de cuadrado que a su vez se dividía en 64 cuadrados claroscuros llamadas casillas, 32 casillas blancas y 32 casillas negras alternas unas junto a las otras, por eso estas dos familias vivían en constante guerra, para ver quien se quedaba por completo con la ciudad y poder decorarla a un solo color.
Ambas familias se parecían en todo, su única diferencia era el color de su armadura y este era el motivo de sus tan repetitivas guerras, de resto en todo se parecían. Dos torres blancas y dos torres negras ubicadas en las esquinas, ellas eran las encargadas de vigilar el reino, dos caballos blancos y dos caballos negros, ubicados a lado de las torres y siempre listos para cualquier batalla, dos alfiles blancos y dos alfiles negros ubicados junto a los caballeros, dos damas y dos reyes siempre en el centro, ambas damas tan coquetas ubicadas siempre en la casillas de su color combinadas con su impecable blanco y su elegante negro, ambos reyes ubicados en la casilla del color que la adversa, ocho peones blancos y ocho peones negros haciendo frente a los ejércitos dispuestos siempre a marchar de frente sin retroceder jamás. Y así comienza la historia de un reino llamado ajedrez donde vivían dos familias que estaban en guerra siempre pero no podían estar una lejos de la otra.
Marcos Hernández 12/12/2020